Sometidos por la delincuencia organizada, cientos de empresarios callan ante la venta de droga en sus negocios, ya sean bares o cantinas. Diariamente un ejército de ‘dealers’ llega a los establecimientos para instalarse en los sanitarios de hombres, desde donde despachan miles de dosis de cocaína, ‘cristal’ y pastillas psicotrópicas.
Denunciar, desde hace mucho dejó de ser opción para los dueños de estos negocios.
“En el pasado, varios años atrás, hubo denuncias ante la autoridad y el mismo día de la junta llegaban (los delincuentes) a decirle a los negocios y empresarios que ‘le bajaran al ruido’. El tema es delicado”, explica Guillermo Asiaín, integrante de la Mesa de Seguridad y Justicia, al ser cuestionado por la falta de denuncias de este sector.
Juárez es una frontera conocida por su vida nocturna, por lo que son miles los jóvenes que están expuestos al consumo de drogas altamente adictivas, quienes sin restricción alguna, pueden comprar opioides o metanfetaminas al mismo costo que una cerveza y hasta gratis “para probarlas”.
“Hay una venta (de drogas) abierta en la mayoría de los antros, restaurantes y demás en Ciudad Juárez. Son muchos años… el cristal, las drogas psicotrópicas, las drogas de laboratorio se han puesto de moda, es muy fácil adquirirlas. Se ha alterado el consumo tremendamente entre niños y jóvenes”, reconoció el fiscal de Distrito Zona Norte, Carlos Manuel Salas.
“Aquí tengo perico (cocaína), por si quieres”, dijo el vendedor de cocaína al reportero que entró al sanitario y que encontró frente él, entre el lavabo y los mingitorios, a otro hombre con la nariz inmersa en el polvo blanco y aspirando con fuerza. Era jueves.
Un hombre llenó su nariz con el opioide y se retiró tras confirmar en el espejo que no había residuos en su rostro y luego se retiró para seguir las charlas con sus amigos.
Dentro del baño, sin inmutarse, otro tipo, le dijo al reportero “aquí tengo perico, por si quieres”, que respondió “más tarde te caigo, carnal”, para retirarse y observar a los comensales.
Al salir, entre las mesas, vio cómo hombres y mujeres departían, brindaban o cenaban, otros cantaban o jugaban billar, parecía un ambiente relajado.
“Es una problemática muy complicada de la que se habla poco porque es de alto riesgo personal, comercial y comunitariamente hablando. No creo que los dueños de negocio sean facilitadores de esa actividad ilícita, más bien son víctimas”, consideró Asiaín.
“Marcela” y “Berenice”, nombres ficticios que por seguridad se le da a las entrevistadas, aseguran que no existen bares que no vendan droga. No sólo en el baño, los meseros, el cajero, los vendedores de flores, el que estaciona el auto, el vigilante…
“Me ha tocado ver que a un lado de mi mesa parece buffet. Líneas de cocaína, pastillas de todos colores y tamaños, cristal; hay personas que como que presumen que pueden tener ahí esas cosas, una mejor se busca otra mesa lejos por si lo llegan a matar o de casualidad entra la Policía, pero pues a dónde más vamos”, compartió Berenice.
Marcela se quedó reflexionando la respuesta de su amiga.
“Si nosotras, que salimos a bares una vez o dos cada 15 días, porque tampoco es barato, sabemos todo esto, ¿por qué la autoridad no hace nada?, hemos visto pleitos, personas armadas, y como que a nadie le importa. Los bares de la avenida Gómez Morín y Tomás Fernández están inundados de droga y todos lo sabemos y ahí están, como si nada”, cuestionó.
Y aunque la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) es la que acude a visitar los negocios durante los fines de semana, se limita prácticamente al patrullaje preventivo en las calles donde se encuentran los negocios en el ramo.
“Tenemos una vigilancia en los lugares y hemos detenido a vendedores de drogas al exterior de varios lugares. También mantenemos presencia en los lugares ya identificados y estamos en colaboración con las autoridades investigadoras”, aseguró el secretario César Omar Muñoz Morales.
Para Miguel Macías, presidente de la Asociación de Empresas de Seguridad Privada, es raro el negocio en el giro de venta de bebidas alcohólicas que no está sometido por los grupos delictivos para vender droga.
Por eso mismo, dijo, son pocos los establecimientos de este tipo que contratan los servicios de las empresas que aglutina este organismo, pues los guardias están obligados a denunciar cualquier actividad ilícita.
Alejandro Jiménez, encargado de la Oficina de Gobernación en la Zona Norte, explicó que este año han clausurado dos negocios al descubrirse la venta de drogas dentro de los negocios y los propietarios tuvieron que pagar multas hasta por 40 mil pesos para reabrir el local y continuar operaciones.
Sin embargo, a esa instancia de gobierno corresponde regular la venta y suministro de bebidas alcohólicas y vigilar la observancia de la Ley de Alcoholes del Estado de Chihuahua que establece las bases y modalidades para autorizar, controlar y regular los establecimientos y permisos relacionados con estas actividades.
Los operativos, que llega a coordinar esta dependencia con Fiscalía General del Estado o Policía Estatal, dificultan buenos resultados pues desde la llegada de los agentes hasta su ingreso a los negocios, el vendedor “desaparece”.
“Investigaciones encubiertas, sin poner en riesgo a los clientes, al personal y la imagen del negocio, eso es lo que se necesita”, propone un empresario que pide no ser citado.
Aunque también duda de la calidad de estas investigaciones por parte de las corporaciones policiacas acostumbradas a los excesos, violaciones a los derechos humanos y al debido proceso, y en muchos casos al contubernio con los grupos delictivos… casi se responde a sí mismo.
Es así como el ciclo se repite y repite por años.